El banco como testigo. Lo fijo y lo dinámico desde el cotidiano de la plaza


El banco como testigo. Lo fijo y lo dinámico desde el cotidiano de la plaza
Por Ignacia Luco

Fuente fotografìas: Ignacia Luco
Las plazas son un escenario muy cambiante, que juegan entre lo fijo y lo dinámico, entre aquellos elementos que se mantienen en el tiempo y aquellos que varían según la hora del día y sus múltiples y diferentes situaciones. Es un espacio físico que, si bien permanece prácticamente estático durante el día, en cuanto a su infraestructura, las dinámicas y lógicas que allí suceden van variando dependiendo la hora en que nos encontremos. De esta manera, es el público el que transforma las situaciones que suceden en la plaza, y los que la convierten en un escenario en constantes transformaciones.

Tomando esto en cuenta, es que lo que me interesa retratar en esta etnografía visual es precisamente el cambio en el tiempo de las dinámicas de la plaza, llevadas a cabo principalmente por el cambio en la edad del público que asiste a éstas y por las diferentes situaciones y prácticas que podemos observar que suceden en aquel mismo espacio. Para esto, me centré principalmente en los bancos de la plaza y su entorno más cercano, puesto que son un elemento material que es utilizado prácticamente por todos los actores diferentes que concurren al lugar y que permiten retratar de manera concreta los cambios que suceden allí. Desde este elemento, entonces, busco retratar cómo, a medida que el día avanza, este lugar va cambiando a sus actores y la manera en que éstos se relacionan con el banco, el que va siendo utilizado para diferentes fines por ellos. Me parece que se torna sumamente interesante la idea de ver pasar el tiempo a través de una serie de fotografías o videos. Ver cómo los actores del espacio cambian, se mueven, generan relaciones o se transforman, y cómo un mismo espacio puede ser utilizado por una serie de actores distintos, cada uno para propósitos distintos, y cada uno en un momento distinto.

Si observamos este fenómeno desde una mirada antropológica, creo que el simple –y a veces no tan simple- hecho de observar a diferentes actores en un mismo espacio, influenciados por el factor tiempo, nos permite acceder a las lógicas con que la ciudad se mueve, y los ritmos y horarios que ésta maneja. Gracias a la observación de los protagonistas de las plazas se puede conocer los horarios en que los adultos trabajan, los jóvenes estudian y los niños asisten a la escuela, puesto que su permanencia en las plazas evidencia los momentos libres o de descanso que cada uno posee. Siempre que no se trabaje en la misma plaza, claramente. Se puede ver a qué hora los padres regresan a sus hogares, a qué hora el sol pega más fuerte y a qué hora se almuerza o se cena. Y así, un sin fin de dinámicas más que retratan cómo la ciudad establece sus horarios, donde las personas son un reflejo constante de esto. Es como si la ciudad fuese obligando a cada grupo a utilizar la plaza sólo en algunos horarios en particular, y esperar su turno para habitarla. Y precisamente esto puede evidenciarse a través de una observación y permanencia constantes.

Si tomamos esta idea en cuenta, la forma en que se narra esta historia es más bien lineal, puesto que busca ordenar cronológicamente las situaciones y dinámicas que van sucediendo en la plaza a lo largo del día. El comienzo de la historia estaría dado con el inicio del día, y el término con su fin, proporcionándonos una línea fija a seguir para comprender de mejor manera lo que se quiere contar. El eje central es el día, sus horarios y el avance del tiempo, y todas las situaciones que ocurren en la plaza están ligadas a este eje, a esta historia, y van sucediéndose unas a otras hasta llegar a su fin.


Finalmente, es importante mencionar que para llevar a cabo esta etnografía he optado por ubicarme en una posición más bien externa al relato. Si bien el fotógrafo siempre tendrá un papel importante dentro del proceso de narración de una historia visual, puesto que es quien elige qué, cómo y desde dónde fotografiar, en este caso el papel que yo he tomado como narradora no es tan protagónico. Aunque la historia está narrada desde mi propia visión de los hechos, y, al habitar la plaza también ocupo una posición en sus dinámicas, y puedo afectar el curso que éstas tengan, no presento mi participación en las situaciones que observamos. Es un poco más objetiva, de cierta manera, puesto que no se intentan plasmar mis experiencias, ni relaciones, ni prácticas, sino más bien se intenta retratar el escenario de manera externa, y quiénes son los actores que habitan la plaza y las realidades en las que participan. Intento despegarme un poco de mi participación como público y protagonista de la plaza, y de lo que sucede en sus bancos, y plasmar lo que sucede a mí alrededor y  cómo los demás participantes se relacionan con el banco y su entorno. El gran protagonista de la historia podríamos decir que es el tiempo, quien relata cómo se va transformando el contexto de la plaza y aquello que sucede a su alrededor. El tiempo es quien cuenta los cambios que podemos observar y quien dialoga entre lo fijo y lo dinámico.





















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