Día del Patrimonio: El Palacio de la Moneda

Día del Patrimonio: El Palacio de la Moneda
Por Magdalena Claude


Fuente: Magdalena Claude
Descripción de dinámicas desplegadas en el espacio.

La visita se realizó entre las 11.20 de la mañana y las 14.15 de la tarde. El recorrido al interior del Palacio de la Moneda  duro unos 40 minutos y lo que más tardo fue la espera para el ingreso al monumento.

Para ingresar a la Moneda me toco realizar una fila de dos horas al exterior del Palacio, la plaza de la Ciudadanía se transforma así en un escenario único de observación. Son los niños los que corren y juegan por la plaza, se acercan a los carabineros para sacarse fotos con ellos y a jugar con los perros policiales. Los adultos conversan durante la espera, algunos de ellos ni se conocen.    Mientras    conversan    es    posible    apreciar    que pertenecen a distintas clases sociales y a distintas posturas políticas, lo cual me parece interesante ya que el interés de la visita en última instancia responde a una simpatía con el gobierno de turno.

La  plaza  de  la  Ciudadanía  es  un  lugar amplio  al  aire libre, con bastante pasto permite que los niños puedan correr  libremente  y  jugar a  la  pelota,  otros  durante  la espera bajan al centro cultural La Moneda que también concentra actividades especiales para este día. La fila para   el   ingreso   se   extiende   entre   calles   Morandé, Alameda y Teatinos, por lo que la plaza se transforma en un lugar seguro al quedar resguardada por la gente que realiza la fila. Algunas personas aprovechan para tomarse fotos con La Moneda de fondo, es  interesante  ver  como  las  familias  chilenas  se  apropian  de  este  espacio,  que usualmente en un día cualquiera la gente solo transita por las veredas circundantes al palacio, pero no transitan ni ocupan la plaza de la ciudadanía en sí.

Algunos padres comentan a sus pequeños hijos hechos históricos acaecidos en la plaza de la Ciudadanía, como el Golpe de Estado y el bombardeo a La Moneda en 1973. Lo cual refleja que la memoria está presente en este tipo de visitas y que la plaza se transforma así en un  museo  al aire  libre  con  recorridos  comentados  de hechos históricos transmitidos a los más pequeños, lo cual  me  parece  muy  relevante.  La  fila  avanza  lento, tarda alrededor de dos horas llegar a la entrada oficial y durante la espera es posible ver un gran número de perros abandonados jugueteando en la plaza, se acercan a las personas y estas les dan algo de comer o los acarician. Otro aspecto que llamo mi atención fue que hay un solo basurero antes de ingresar al palacio, el cual se encuentra desbordado de basura, nadie sale a limpiarlo. Esto deja en claro que en un día relativamente importante para el acceso a la cultura no podemos olvidar que los perros abandonados y la basura en el suelo son aspectos de nuestra falta de cultura como sociedad, toda una contradicción.

El  control  de  seguridad  es  realizado  por  Carabineros  de  Chile  en  calle  Teatinos,  se dispuso una carpa donde se deja ingresar por grupos de 20 personas aproximadamente, luego se entregan los bolsos que son revisados por Carabineros y por una máquina, mientras uno pasa por un detector de metales. Luego devuelven las pertenencias y hay que dirigirse a un mesón para acreditar la identidad, es necesario para los adultos llevar C.I., de otro modo no se permite el ingreso al palacio. El operativo de seguridad es similar al de un aeropuerto, una vez que se realiza el control de seguridad es posible avanzar hacia la entrada del Palacio en calle Moneda donde se ubica la plaza de la Constitución.

El tour se inicia por el ala derecha del palacio, donde lo primero que se aprecia es una bandera chilena con los símbolos patrios, lo cual imponentemente me recuerda que estoy pronta a recorrer un patrimonio de valoración nacional, no solo por el edificio en sí, sino que por las dinámicas socio políticas e históricas que se han llevado a cabo en las dependencias de este palacio que son de vital importancia para configuración de la historia nacional.

La forma del recorrido se desarrolla de manera lineal por cada uno de los salones y galerías del palacio de La Moneda, los visitantes tienen  autonomía  para  decidir  que  prefieren  ver  dentro  del  palacio  o  donde  desean permanecer por más tiempo para observar, pero el recorrido en si se realiza bastante rápido.  No  hay  un  guía  que  acompañe  durante  todo  el  recorrido,  sino  que  hay  una persona  que  maneja  información  sobre  el  salón  en  el  que  se  encuentra  junto  a  un carabinero para resguardar la seguridad de dicho salón. Las mayores indicaciones que me toco escuchar fueron que las fotografías debían realizarse sin flash.

El recorrido por los salones estaba demarcado por una alfombra y cada uno de los elementos dispuestos al interior de los salones estaba cercado por una línea divisoria entre el público y la gran mayoría de los elementos. Aun así, era posible acercarse, fotografiarlos y preguntar dudas o alguna curiosidad que los visitantes tengan sobre los salones o algunos de los elementos dispuestos en ellos. Las personas suelen  maravillarse  con  algunos  elementos clásicos como el piano, la puerta de Morandé 80 o aquellos salones que están en la retina de todos ya que forman parte de importantes eventos políticos como  el  salón  rojo,  donde  los  presidentes  y  sus
ministros se dirigen al país o cada vez que hay cambio de gabinete.

Evidentemente no recuerdo cada uno de los salones que visite fuera de los que llamaron mi atención, ni que elementos había en cada uno de ellos. Pero si puedo dar cuenta de las dinámicas que se percibían al interior de estos salones y durante el recorrido, de manera general la seguridad era resguardada por un carabinero al interior de cada salón y cada galería (pasillo) del palacio, los salones pintados de colores muy llamativos tenían impresionados a los visitantes, la acción que más se repetía entre ellos era la toma de fotografías. La interacción con la guía de recorrido en cada salón prácticamente era nula, sin embargo, estos tenían mejor disposición de resolver dudas de los visitantes. De vez en cuando me toco escuchar algunas de las historias de cada salón pero no siempre era posible  ya  que  los  visitantes  se  abalanzaban  para fotografiar algo  que  les  llamara  la atención.

Particularmente  a  mí me  atrajeron  las  lámparas  de cada  salón  y el juego que hacían con  los espejos, generalmente  eran  de  lágrimas  y  el  elemento  que más se imponía en el salón. El interior del palacio no me pareció muy lujoso, a decir verdad era muy pocos los elementos que se imponían de manera ostentosa y  las  obras  de  arte  en  su  interior  tampoco  eran muchas, sin embargo, se hacía honores a los grandes chilenos que han aportado a la cultura del país. Por ejemplo, el salón Pablo Rojas, Gabriela Mistral, Pablo Neruda y un cuadro de Matta, entre otros. Cabe destacar, el memorial de Allende que conserva una parte de los ladrillos tal cual como quedaron para el atentado de 1973 con el rostro del ex presidente enchapado en   cobre,   luego   la   preservación   intacta   del   despacho   de   Allende   a   modo   de reconstrucción.

El salón conserva el escritorio de Allende y algunos elementos como el teléfono o la fotografía familiar que el ex mandatario tenía en su oficina, otros elementos como la silla fueron reemplazados ya que no se pudo recuperar el  original.  Es  uno  de  los  salones  más fotografiados  y  que  genera  mayor  expectación entre los visitantes, personas de todas las edades se   acercan   para   observar   cada   uno   de   sus detalles, abuelos, niños, entre otras. Se maravillan con la idea de que el despacho se conserve tal cual después de 40 años y que aun pese al paso del tiempo se respete todo en su lugar original. Esto último,   da   cuenta   de   que   hay   espacio   para resguardar  eventos  y  personajes  de  relevancia  histórica  al  interior  de  un  monumento nacional. Es decir, espacio para la memoria.

Cuando  llegamos  al  sector  de  la  secretaria  General  de  la  Presidenia  es  posible fotografiarse y conocer a Sebastián Dávalos Bachelet, hijo de la actual presidenta y actual ‘primer damo’,  quien  amablemente  se  saca fotografías  y  saluda  a  todo  aquel que  se acerque, no hay un resguardo especial para estos casos y es el momento en que los visitantes interactúan con libremente autoridades de palacio. Los patios interiores como El Canelo y exteriores  como el de Los Naranjos y el de Los Cañones al son escenario de dinámicas más libres en cuanto al comportamiento de los visitantes, al interior de los salones todos se ven más estructurados, muchas veces se guarda silencio, los niños se comportan no gritan y los jóvenes se remiten a sacar fotografías, solo los más curiosos se acercan a preguntar cosas. Mientras que en los patios la gente se fotografía con más tiempo,  los  niños  corren  y  juegan,  nuevamente  se  aprecia  cómo  los  ciudadanos  se apropian de un espacio que usualmente no lo harían y lo circulan libremente.

En el patio de los naranjos hay un grupo folklorico bailando y tocando cuecas e invitan a los visitantes a hacerse parte de esta dinámica, como símbolo de chilenidad. Mientras que en el patio de los cañones vehículos históricos como el Ford Galaxy que es utilizado por los presidentes para el 21 de mayo o la parada militar están en exposición y las personas hacen fila para fotografiarse arriba del auto. El recorrido finaliza por el ala izquierda del edificio, al frente de por donde uno ingresa y hay un stand que entrega postales y un stiker que dice “soy parte del Día del Patrimonio Cultural”.

Análisis crítico Día del Patrimonio.

En el marco del día del Patrimonio que se celebra el último domingo del mes de Mayo, el Palacio de la Moneda abre sus puertas únicamente este día para el ingreso de todo aquel que desee conocer sus salones interiores y la historia que guardan cada uno de ellos. Sin duda, es probablemente uno de los monumentos nacionales más visitado, esto debido a su ubicación céntrica que permite recorrer el centro cívico de la ciudad y conocer otros monumentos nacionales aledaños al palacio junto con el interés de conocer el edificio que concentra al Ejecutivo y máximas autoridades del país. La monumentalidad del palacio y la  idea  que  supone  ingresar  a  la  casa  de  Gobierno,  atrae  de  sobre  manera  a  sus visitantes.

La alta concurrencia del público para ingresar al palacio de La Moneda durante el día del Patrimonio, supone una gran expectación en las personas por conocer el interior de este monumental Palacio donde se llevan a cabo importantes decisiones del país, donde han sucedido hechos relevantes para la historia del país, e incluso el imaginario de representación del poder que despierta el Palacio. Claramente es el edificio que alberga   el   poder   político   y   de   allí   su   interés   en
conocerlo, la familia entera se hace parte de este proceso que abarca desde un estilo arquitectónico neoclásico único, hasta los pasillos y salones del palacio cada uno con su historia que son de profundo interés.

El día del Patrimonio se transforma en un paseo familiar, donde la asistencia al palacio se enmarca en un contexto  donde el interés de la visita en última instancia responde a una simpatía con el gobierno de turno, sino que más bien se trata de una apropiación del espacio cultural, de una instancia en donde se hace uso de espacios y dinámicas que usualmente la familia chilena no tiene la oportunidad de concretar en otro momento. La plaza se transforma en un museo al aire libre con recorridos comentados por sus propios visitantes de hechos históricos transmitidos a los más pequeños, lo cual refleja un interés en la ciudadanía por hechos históricos que representan parte de la identidad nacional y el esfuerzo por transmitirlos a nuevas generaciones.

Tanto  los  símbolos  patrios  como  la  guardia  de palacio, están presentes durante toda la visita a este monumento nacional, lo cual recuerda la importancia del lugar que estamos visitando y el nivel de patrimonialización del edificio, que no es cualquiera sino es el que alberga a las máximas autoridades del  país.  Por  ende,  debe  ser  respetado  y resguardado y por eso las personas que lo visitan en este día lo hacen con el mayor de los respetos y por su propio interés, no se aprecian personas rayando ni descuidando el espacio visitado, no se aprecian protestas de ningún tipo ni tampoco colores políticos en juego, las personas que visitan el palacio en este día lo hacen con la motivación de empaparse de cultura e historia.

La   contradicción   que   me   parece   interesante   observar   es   la   cantidad   de   perros abandonados que circulan por el exterior del palacio, junto a la cantidad de papeles en el suelo  que  los  visitantes  van  dejando  cuando  hacen  la fila.  Visitan  un  espacio  con  el objetivo de adquirir cultura pero no son capaces de demostrar su propia cultura botando su basura donde corresponda y si no lo hay, guardarla hasta que puedan botarla. En el caso  de  los perros  abandonados  es  el  reflejo  de  la falta de una política pública para el control canino que las mismas personas abandonan en las calles y el verlos merodeando como cualquier ciudadano por la plaza de la ciudadanía llama profundamente mi atención, ya que tampoco hay un especial cuidado por mantenerlos alejados  en  un  día que  el palacio abre sus puertas a la comunidad, sino que más bien forman
parte del paisaje de la ciudad.

Las dinámicas socio políticas e históricas que se han llevado a cabo en las dependencias de este palacio que son de vital importancia para configuración de la historia nacional. Esto se aprecia en cómo los ciudadanos al visitar La Moneda se adjudican la participación en dinámicas llevadas a cabo al interior de un espacio que usualmente no lo harían y por el cual circulan libremente. Entre ellos, niños, abuelos, jóvenes, adultos, etc. que sin importar su condición socio económica, su nivel de estudios y su color político rompen con la tradición de un lugar reservado solo para el poder político y las máximas autoridades del país.

El alto interés por visitar el palacio de La Moneda va más allá que solo el hecho de conocer un edificio histórico o alguna autoridad conocida, sino que tal como el emblema del día del patrimonio lo declara es que los ciudadanos por un día se apropian de espacios resguardados y de dinámicas que el resto del año solo son reproducidas   por   importantes   personalidades   políticas,   y   el mensaje que este día nos deja es que todos podemos formar parte del   Patrimonio   Cultural   de   nuestro   país,   un   patrimonio   o monumento nacional que por lo general es excluyente ya que representa en este caso una activación patrimonial realizada por el Estado, y que al menos por un día permite que los ciudadanos comunes y corrientes participemos de estas instancias en las que normalmente no tenemos cabida.

Como lo platea Prats en este extracto, me parece que es imprescindible hacer parte a la sociedad del patrimonio, ya que pequeñas dinámicas como los padres contándoles a sus hijos que La Moneda alguna vez fue bombardeada y los niños jugando en la plaza de la Ciudadanía, son escenas que debiesen repetirse más a menudo, porque solo así el patrimonio cultural tiene sentido para la ciudad y sus habitantes, sentido que desde la antropología podemos impulsar:

Si b ie n la cu lt u ra, ni ng una cu lt u ra, s e pue de p re s e rv ar , s i s e pue de p re s e rv ar , aunq ue s e a pa rc ialme nt e , s u co noc im ie nt o. Es t o e s , e n pa rt e l o q ue ha e s t ad o hacie nd o l a ant ro po log ía , y , e n me n or me dida , ot ras  cie ncias s ocia le s de s de s us og e ne s , aun s i n p re t e nde rl o: c ons e rv ar e l c on ocim ie nt o de l a div e rs ida d cult ura l y de s us muy div e rs os log r os . Es t e e s e l v e rdade ro pat rim on io c ult u ra l que la h uman ida d pue de c ons e rv a r y t rans mit i r: e l c on oc imie nt o , t ant o de l log ras  c ie nt íf ic os  y  art ís t icos s  s ing u l are s  com o  e l  de  los  dis p os it iv os cult ura le s  (P rat s , 19 97 :6 2).

Referencias Bibliográficas

Prats, Llorez (1997). Antropología y patrimonio. Barcelona: Editorial Ariel S.A, pp. 1-167.

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